Saberes ancestrales que cambian la ciencia

Una investigación de la Universidad Nacional de Tucumán integra saberes ancestrales y ciencia para fortalecer la identidad y el manejo sostenible de recursos.

Tucumán23 de octubre de 2025Canal 10Canal 10

Desde hace más de quince años, Valeria Olmos, docente de Arqueología y Museología en la UNT e investigadora del Conicet, trabaja con comunidades wichi y chané del norte argentino. Su enfoque, llamado “ecología de saberes”, busca integrar el conocimiento científico con el tradicional de manera colaborativa. “No solo estudiamos la materialidad arqueológica, sino que abrimos un diálogo con las comunidades que poseen un conocimiento milenario”, explicó Olmos.

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En el monte, las prácticas ancestrales marcan la vida cotidiana: confección de bolsas de chaguar, tallado de máscaras, medicina tradicional, caza y recolección de frutos. Cada actividad se realiza respetando la espiritualidad local, pidiendo permiso a los espíritus protectores de la naturaleza. Estas tradiciones reflejan la profunda relación entre las comunidades y su entorno.

Entre los wichi, las mujeres enseñan a las nuevas generaciones el tejido de chaguar, un proceso que combina caminatas al monte, recolección de hojas y preparación de tinturas naturales. Este trabajo se realiza en los patios familiares, donde abuelas, madres e hijas comparten saberes y técnicas.

 Según Olmos, “la confección de las bolsas trasciende la producción: es un espacio de encuentro y transmisión cultural”.En las comunidades chané, los hombres se encargan del tallado y la pintura de máscaras de palo borracho, protagonistas de la fiesta del Arete.

 Esta celebración permite que los ancestros regresen simbólicamente al presente, renovando memoria e identidad. Además, la lengua materna sigue siendo clave para transmitir conocimientos y valores culturales.
La investigación de Olmos promueve una arqueología como ciencia social, reconociendo múltiples formas de conocimiento.

 Inspirada en la ecología de saberes de Boaventura de Sousa Santos, busca un diálogo horizontal con las comunidades. “La coproducción de conocimiento no solo recopila datos, sino que genera aprendizajes aplicables, como el manejo sostenible de recursos naturales”, explicó la especialista.

A pesar de la expansión extractiva y la vulneración de territorios, la inclusión de miembros de las comunidades en actividades museográficas y académicas permitió valorar que las piezas arqueológicas no son solo restos del pasado. Son parte de contextos vivos que fortalecen la identidad cultural. El trabajo de Valeria Olmos muestra que la ciencia puede convertirse en un puente entre saberes ancestrales y modernos, potenciando la riqueza cultural argentina.

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