El Chirimayo se agota y provoca la muerte masiva de peces

La sequía vuelve a mostrar su impacto más crítico en Tucumán y deja al descubierto un escenario ambiental que genera profunda preocupación. En los últimos días, distintos reportes confirmaron un descenso acelerado de las reservas hídricas, mientras técnicos y periodistas verificaron que el río Chirimayo quedó prácticamente sin caudal en el sur provincial. Esta combinación de factores expone un deterioro creciente que exige respuestas urgentes por parte de las autoridades.

La evidencia más contundente surgió cuando un equipo periodístico visitó el lecho del río y documentó una postal devastadora. Los trabajadores encontraron miles de peces muertos acumulados sobre el terreno seco, conformando un paisaje que los pobladores describieron como “una pescadería gigante a cielo abierto”. La escena sorprendió por la magnitud del daño y mostró de manera directa cómo la falta de agua impacta en la fauna local. El olor nauseabundo, mezclado con la presencia constante de moscas, reforzó las advertencias sobre posibles riesgos sanitarios.

Además, las imágenes viralizadas en redes generaron preocupación por el impacto que este fenómeno puede tener en la salud pública. Especialistas advierten que la descomposición de animales en superficies expuestas favorece la aparición de enfermedades zoonóticas y puede afectar a quienes viven en zonas cercanas. A estos elementos se suman los problemas derivados de la proliferación de insectos, que crean un ambiente insalubre y difícil de controlar. Las comunidades rurales piden medidas rápidas para evitar un deterioro mayor.

Por otro lado, la crisis hídrica también golpea la actividad económica en toda la región. El colapso ecológico afecta directamente a pescadores, productores y familias que dependen del agua para sostener sus actividades diarias. La falta de caudal reduce la disponibilidad de recursos naturales y complica la continuidad de cultivos en una provincia donde la producción regional sigue siendo una fuente vital de ingresos. Este escenario genera incertidumbre y obliga a evaluar estrategias más amplias frente al cambio climático.

Finalmente, las autoridades provinciales enfrentan un desafío complejo que combina daños ambientales, impactos sociales y riesgos sanitarios. La baja histórica en el dique Celestino Gelsi, sumada al agotamiento visible del Chirimayo, confirma que la situación hídrica atraviesa un punto crítico. En este contexto, distintos sectores reclaman medidas de emergencia que permitan frenar el deterioro y garanticen un suministro adecuado para las comunidades afectadas. La sequía ya no es una alerta: se transformó en un problema estructural que exige soluciones inmediatas.