Mario Pergolini contó su particular odisea en el pilates

Con su humor ácido, Mario Pergolini relató su inesperada experiencia en pilates, provocando risas y mostrando los desafíos físicos que enfrentó.

Arte y Espectáculos12 de septiembre de 2025Canal 10Canal 10

Con un presente arrollador tanto en televisión como en streaming, Mario Pergolini sigue demostrando su vigencia y carisma frente a la cámara. Reconocido por su humor ácido y su mirada siempre aguda, el conductor volvió a ser centro de atención en su ciclo Dejá que entre el sol (Vorterix), donde compartió una anécdota personal que desató carcajadas dentro y fuera del estudio: su inesperada y, según él mismo relató, particular incursión en el mundo del pilates.

El relato comenzó con su estilo inconfundible, mezclando ironía, autocrítica y franqueza: “Empecé a hacer pilates con un montón de señoras del barrio. Y mi experiencia es que era más exigente de lo que yo creía. Yo pensé que iba a estar con un montón de señoras del barrio, yo el único hombre ahí estirándome, pero no, de golpe te dicen: ‘Bueno, ahora ponemos el resorte en posición cuatro’. Y pensas: ‘Boludo, se me está desgarrando el ort..., no puedo más”. La declaración provocó la risa inmediata de su equipo y de quienes seguían el programa desde sus casas o dispositivos móviles.

La charla continuó con la participación de Camila Fortunato, miembro del panel, quien compartió su propia experiencia: “Me pasó exactamente lo mismo. Dije: ‘Qué bueno, voy a hacer un hada, voy a estirar el huesito, va a hacer crack, crack’”. Entre risas y gestos de incredulidad, Pergolini redobló la apuesta: “No, no, no, es peor que ir al gimnasio. Sí, es peor que ir al gimnasio”.

El intercambio dejó en claro que el pilates, lejos de ser relajante, se convirtió en un verdadero desafío físico. Camila confesó: “Hice más en una clase de pilates que en un mes de gimnasia”. Pergolini añadió detalles de su odisea: “Es una cama. Un señor inventó esa cama que tiene como unos resortes del otro lado con peso o son cada vez más tirante. Puede que lo que estás haciendo a lo mejor tenga más resistencia y vos decís: ‘Qué lindo para la espalda’. Sí, hasta que tenés que estirar y te duele el pie, el brazo. Nunca levantas el abdomen, porque soy un señor grande, mayor, que tiene una panza con contenido graso insoportable y no lo puedo lograr. Y el tipo dice hasta donde puedas y decir boludo, no me puedo mover. ¡No es hasta donde pueda!”.

El diálogo continuó con confesiones sobre las pruebas de la disciplina: “Hasta donde puedas y yo no puedo. En un momento también hay como unas sogas que también tienen peso y te las enganchás. Tenés que ponerte de costadito”, relató Camila, agotada pero divertida. Pergolini agregó: “Nunca pensé que una soga pesaba tanto”, mientras Camila concluyó: “Dios mío. Y tenés que enganchártela. No puedo ni mostrarlo porque es imposible. Físicamente imposible. Y enganchás en el pie y tenés que con una pierna sostenerte con la otra, hacer fuerza... Es tremendo. Me duele todo. Me río y me duelen los abdominales”.

El estudio de Vorterix se convirtió en escenario de una catarsis colectiva, con ambos conductores reconociendo sus límites y mostrando con humor los desafíos que supone iniciarse en una disciplina como el pilates después de los 50. “Ahí el maestro”, cerró Pergolini, homenajeando al instructor responsable de la experiencia.

Así, la charla sobre pilates, resistencias inesperadas y dolores compartidos fue mucho más que un espacio de humor: ofreció un espejo en el que cualquiera puede verse reflejado y reafirmó, una vez más, la capacidad de Pergolini para narrar pequeñas grandes historias cotidianas.

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