El día que Mercedes Sosa desafió a Cosquín y nació una leyenda

En 1965, Jorge Cafrune desafió el reglamento del Festival de Cosquín y presentó a una joven tucumana sin pedir permiso. Cuando Mercedes Sosa abrió la boca, el folclore argentino cambió para siempre. Esta es la historia del día en que nació una leyenda.

Tucumán09 de julio de 2025Canal 10Canal 10
ARCHI_524083
“¿Quién es esa, con pinta de sirvienta?”, dijeron. Pero cuando cantó, nadie pudo frenarla.

A comienzos de 1965, Mercedes Sosa no figuraba en ninguna grilla. El Festival Nacional de Folclore de Cosquín transcurría con su habitual elenco de artistas varones y figuras consagradas. El ambiente era tradicional, cerrado y exigente. Nada parecía indicar que una joven tucumana de voz grave y rostro sereno cambiaría la historia del folclore argentino esa misma noche.

08-folklore87-9-2-1965

La revolución ocurrió sin anuncio oficial. Durante una de sus presentaciones, Jorge Cafrune pidió un gesto inusual para el contexto:

“Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de actuar en Cosquín”.

Acto seguido, invitó al escenario a Mercedes Sosa, que no estaba programada y ni siquiera tenía autorización del festival.

La situación incomodó a muchos. La Negra, de entonces 29 años, subió al escenario con una mezcla de decisión y timidez. Vestía sin estridencias, no tenía la imagen esperada de una estrella. Su nombre apenas circulaba fuera de su Tucumán natal. Sin embargo, cuando comenzó a cantar, el aire se cortó con cuchillo.

Con su interpretación de "Canción del derrumbe indio", Mercedes conmovió al público y descolocó a los organizadores. Su estilo, alejado del virtuosismo decorativo y cargado de contenido social, contrastaba con lo habitual. Muchos en la platea aplaudieron de pie. Otros, en la organización, se indignaron.

Uno de los comentarios más recordados fue el del locutor oficial del festival, Julio Mahárbiz, quien al verla subir al escenario habría dicho:

“¿Quién es esa, con pinta de sirvienta?”
Pese a ese prejuicio, o quizá por él, al día siguiente le ofrecieron un contrato formal para presentarse en el festival.

Esa noche marcó un punto de inflexión. Mercedes no solo consiguió visibilidad nacional, también puso en jaque al elitismo del circuito folclórico. En un ambiente dominado por varones y estereotipos, su voz y su presencia desafiaron lo establecido. Lo que había comenzado como un favor de Cafrune, se transformó en el nacimiento de una leyenda.

Años después, Mercedes recordaría ese momento con mezcla de gratitud y conciencia política. Sabía que no solo estaba interpretando canciones. También encarnaba una nueva forma de decir, de cantar y de estar en el escenario. “Mi canto no es comercial”, diría más adelante, reafirmando su compromiso con las raíces populares y los excluidos.

221004073438_54932-750x375

El episodio de Cosquín circuló durante décadas como mito. Pero fue tan real como simbólico. Allí nació una artista que no pediría permiso nunca más, que cruzaría fronteras, que pondría su voz al servicio de causas y pueblos. Y todo empezó con un acto de desobediencia amable, sobre un escenario que no la esperaba.

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email